El reggae es un estilo musical noble, ya que es fácil de
fusionar y mezclar con múltiples géneros. Lo hemos escuchado mezclado con jazz,
soul, funk, cumbia, hip hop, música balcánica, ritmos latinos, rock y con
muchos más estilos. Al fusionarse, nos permite abordar los demás géneros y
conocerlos. Pero ¿somos todos tan abiertos a la fusión? ¿Respetamos a otros
géneros? ¿Somos tolerantes?
Para tratar de responder a estas preguntas, vamos a comenzar
haciendo autocrítica, por que cuando planteamos esta cuestión, no hablamos de
los demás sino de todos nosotros, más allá de sentirnos o no incluidos en esta
temática.
La sociedad argentina, si bien en muchos aspectos es
tolerante, en muchos otros no lo es y en la música, si bien mostramos un dejo
de tolerancia, nos falta recorrer un largo camino para lograrla.
Para ejemplificar esta cuestión, creo que lo mejor es
comenzar por los festivales, eventos donde conviven bandas de todos los géneros
y nacionalidades. Hay muchos de estos que arman su grilla según los géneros,
otros optan por la diversidad y aquí comienzan algunos problemas.
Hemos visto fechas que mezclan artistas de reggae, rock,
indie, pop, etc., y si bien muchas veces no hubo problema alguno, nos agarra
malestar cuando la banda que vamos a ver es chiflada por la gente que va a ver
a otra banda, cuando los mismos organizadores acortan tiempos de bandas por que
notaron que no iba con la fecha o que el público no respondía de la manera que
esperaban. Casos concretos, Quilmes Rock donde Ojos de Brujo, banda española
tocaba antes que Ratones Paranoicos y el público rockero escupió y agredió con
objetos contundentes a la excelente banda de música mestiza. Otro caso,
Personal Fest del año pasado, donde Sonic Youth, banda que cerraba le fecha
donde tocaba Damian Marley, SOJA, Calle 13, entre otros, fue censurada por los
mismos organizadores, prendiendo las luces a 4 temas del final por que no
quedaba mucha gente y así podemos seguir, seguramente ustedes tengan otros
casos similares.
Sintetizando, la intolerancia no solo es del público, sino
también, de organizadores, productores, medios, etc., que la generan.
Pero el problema más grave y que nos convoca es el de la
intolerancia descalificatoria, cuando uno reacciona agresivamente, verbal y
físicamente ante un estilo musical o un movimiento no acorde a sus “principios”
o gustos. Cuantas veces hemos escuchado “Esto es una mierda, sácalo”,
“¿Escuchas esa banda? No sabes nada de música” y así, infinidades de
calificativos que dan muestra de la intolerancia. Y ¡ojo!, acá no decimos que
no les pueda gustar una banda, están en todo su derecho, lo que se repudia es
la reacción ofensiva hacia el otro que no comparte tus gustos musicales.
¿Por qué reaccionamos de esta manera? ¿Por qué exigimos que
la gente tenga que escuchar lo que nosotros consideramos “música”? ¿Por qué no
dejar en paz al que no comparte gustos musicales?
A lo largo de la historia, hemos visto el enfrentamiento
innecesario entre bandas, y por decantación su público; Blur vs. Oasis, West
Coast vs. East Coast en el hip hop, rudeboys vs. “lovers” en el reggae, Beatles
vs. Rolling Stones, Sumo vs. Soda Estereo, Los Cafres vs. Nonpalidece, etc,
etc, etc. Choques de estilo, choques de culturas, choques de generaciones que
han dicotomizado (dividido en dos) constantemente al oyente, al público.
¿Estrategia de marketing o rasgo innato del ser humano?, la confrontación es
parte de nuestra historia, llevado a cada aspecto de nuestras vidas, pero si en
otros países se puede ¿Por qué acá no? ¿Vamos camino a eso? No lo sabemos, por
que hemos visto casos muy positivos, donde el público va absorber cual esponja
variedad cultural pero también hemos visto casos negativos, donde se va a
repudiar a lo diferente.
Creemos que puede ser cuestión de práctica, empezar de a
poco, escuchar, tolerar, respetar. Si no me gusta algo, simplemente lo ignoro y
lo dejo ser o me abro un poco más, lo escucho, le presto atención y quizás
hasta nos termine gustando. Si en un festival me toca ver tanto bandas que me
gustan como bandas que no, respetar los momentos de los que van a ver a esas
bandas que no nos gustan, con el silencio, el tibio aplauso o simplemente
escuchando, respetando tanto al oyente como al artista; si voy a un lugar donde
la música no me gusta, me voy o lo soporto de la mejor manera; si tengo un
amigo que no le gusta la misma música que yo, respetarlo; si una persona que no
comparte mis gustos musicales me agrede, mostrar indiferencia. Estos son
diferentes caminos tanto para ser tolerante uno mismo como para no alimentar la
intolerancia de los demás.
Como todo avance de la sociedad, se hace entre todos y más
cuando es algo de lo que todos disfrutamos, la música, que nos levanta el
ánimo, nos relaja el cuerpo, nos purifica el alma y nos despeja la mente no es
la misma para todos. Unos sentirán conexión con el reggae, otros con el pop,
con el rock, con el funk, con el hip hop, con la cumbia, con el reggaetón; por
eso, es importante respetar la conexión que cada uno siente con la música y con
el género que lo representa y le hace bien.
IKD
1 comentario:
Muy buena nota iñaa, si abre puteado a mas de un hard rock o punkie, jaja! abrazos!
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