El Campo V.I.P., el asesino del fervor argentino




Al escribir estas oraciones, con argumento y sentido, pienso que voy a hablar no por mi solo sino por una gran cantidad de gente a la que le gusta la buena música y sobre todo, la buena música en vivo. Hoy, no distinguimos entre fanáticos del metal, del reggae, del hip hop, del rock y del pop; somos todos uno, un integrante del fanatismo musical, del regocijo del sonido que hoy se encuentra en crisis debido a la idea de unos pocos de crear el famoso y últimamente tan utilizado "CAMPO V.I.P.".

Para el que desconoce, el Campo V.I.P. vendría a representar, físicamente, la primera parte del campo que todos conocemos, digamos, lo más cercano a la valla que separa al público del escenario donde se presentan las bandas. El límite, la mitad del campo donde, valla mediante, comienza el Campo donde iríamos nosotros, el 99% de la gente.

Como apasionado de la música en vivo, me cuesta ser objetivo en este tema ya que hay varios puntos en cuestión que hacen que mi equilibrada opinión desbarranque totalmente. 

Muchos se preguntaran que tiene de malo esto que les comento, bueno, varias cosas ¿por dónde empezar?

En primer lugar, el costo de este nuevo privilegio es de casi unos 200 o 300 pesos más que el Campo Regular, por denominarlo de alguna manera que se comprenda por todos. Esto hace que la gente que no cuente con este monto total de entre 400 o 500 pesos en promedio no puede disfrutar a la banda a la que va a ver desde una distancia razonable. Me dirán, pero a la banda la ves igual, si, pero la gente que apenas llega a comprar las entradas para el campo, siendo consciente que los precios hoy en día son un disparate, tiene que conformarse con ver un punto negro parecido al artista que vamos a ver, a la distancia, con una voz similar a la del cantante pero que nunca nos vamos a asegurar de confirmar. Me repetirán "Y bueno, tendrán que ahorrar más o la gente que puede pagar el Campo V.I.P. también se lo merece". Es posible, pero no olvidemos que la gente que apenas llega a pagar su entrada es la más fervorosa, la responsable de poner al público argentino entre los mejores del mundo y que posibilita, que muchos artistas que jamás vendrían, pinchen con una chinche el destino de Argentina en su mapa de gira.

Los que se llenan los bolsillos con esto no ven y no les importa que en ese nuevo Campo V.I.P. queden espacios vacíos, confortables para los cómodos pero desesperante para los que darían lo que no tienen para estar cerca de sus ídolos. No ven que el espíritu del público argentino, esa esencia que nos diferencia de los demás se hecha a perder, quedando en un segundo plano, bien lejano. No piensan que el artista que viene a ver nuestras reacciones se encuentra con una frialdad digna de un finlandés mudo en invierno. El NEGOCIO hace olvidar muchas cosas como verán y en el camino se pierden muchas otras; entre ellas, la posibilidad de disfrutar, todos juntos, de un espectáculo que todos merecemos presenciar desde el lugar que nosotros elijamos no del que dispongan los vampiros de la industria musical y del marketing baráto y superfluo. 

Otra cuestión no menos importante, el misticismo que le da, le dio y le dará el publico argentino al Campo, lugar donde se encuentran las emociones, donde se expresan los sentimientos y donde cada integrante de este, sin conocerse, se fusiona, convirtiéndose en una masa amorfa que se deja llevar por la música, por las melodías que tanto anheló escuchar y a modo de agradecimiento, de veneración total corea temas, solos de guitarra, arreglos corales y compone sobre la marcha, canciones de apoyo y de gratitud a esos semidioses que bajaron a regalarles su música, que para muchos, es un evento único en la vida.

La ambición y la ¿necesidad? de facturar vuelve inerte a la música, la despojan de todo sentimiento que genera en el individuo, la aleja de su esencia. ¿Pero quién es el culpable? ¿la gente que lo legitimiza? ¿los empresarios? ¿las mismas bandas que lo avalan? ¿la falta de reacción? ¿la gente que lo paga? y... ¿que nos queda? ¿Ese sabor amargo, esa impotencia de saber que aunque nos juntemos unos pocos y hagamos fuerza, los responsables del tema en cuestión seguirán su camino para convertir a la música en un negocio y nada más que eso?

A lo largo de nuestra historia nos han despojado de tantas cosas....; derechos, tierras, la dignidad, la propia expresión, la identidad, entre muchos otras cosas pero, sin comparación alguna, y aunque para muchos no elemental ¿también nos van a sacar la música? Yo, desde mi humilde lugar digo: NO, pero queda en nosotros luchar por ese derecho. 

El agua es gratis, pero la embotellan, te la venden y nosotros la compramos. El aire, es necesario para hacer música, es el factor indispensable para que llegue a nuestros oídos y por lo que me enseñaron en mi infancia, también es o era gratis ¿vamos a dejar que lo sigan embotellando y vendiendo con diferentes marcas y colores?



Iñaki Durán





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